El MVP no es un producto, es un proceso

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Existen muchos errores con respecto a la comprensión del MVP (Producto Mínimo Viable). Más de una vez he visto emprendedores que creen que un MVP es un producto con la mitad de las características eliminadas del desarrollo final. En un sentido figurado, en vez de lanzar un skate para validar si las personas quieren viajar más rápido de un destino a otro, construyen en mucho tiempo un auto con 4 ruedas pero sin ningún motor. Esto es un error típico que termina afectando el factor más importante del lanzamiento de una startup: el timing.

Si es que hay una mala concepción de lo que significa el MVP, al final se acabará por elegir un camino o muy largo para lanzar algo muy arriesgado y no validado previamente o se terminará por elegir sacar un producto lo antes posible pero sin los requisitos necesarios para validar una hipótesis.

Hace poco me pasó con un emprendimiento que parecía prometedor y decidí ayudarlos para encaminar mejor su emprendimiento. Los fundadores querían digitalizar la experiencia de compartir tarjetas de presentación a través una aplicación. Estas tarjetas iban a funcionar como un LinkedIn pero con contactos más de confianza. Ellos tenían la hipótesis que, por el distanciamiento social en tiempos de pandemia, había quedado un hueco en la necesidad de compartir tarjetas de presentación profesional y querían justamente atenderla.

Sin embargo, en vez de validar que era una necesidad no cubierta, se lanzaron a desarrollar de frente el app y fue un camino más complicado, porque ya empezaron con muchísimos gastos encima y también bastante trabajo.

“Seguramente no hay nada tan inútil como hacer con gran eficacia lo que no debería hacerse” (Peter Drucker)

Según un estudio de CB Insight, se descubrió que la causa número uno de fracaso de startups (42% del tiempo) era “ninguna necesidad del mercado”.

Aquí viene el cambio de mentalidad sobre lo que es el MVP. De hecho, no tiene porqué ser un producto en absoluto y no es algo que construyas una vez y luego dices: ¿bueno qué le agregamos?

El Producto Mínimo Viable no es un producto, es un proceso que repites una y otra vez. En primer lugar, tienes que identificar la suposición más riesgosa, y frente a eso, encontrar el experimento más pequeño posible que pruebe o desmienta esa suposición. Los resultados de ese experimento te servirán para continuar construyendo o corregir el rumbo.

¿Cuál es la única forma de validar esas suposiciones? Presentando tu proceso a usuarios reales lo más rápido posible. Cuando lo hagas, te darás cuenta de que para que la suposición sea exitosa, tienes que coconstruir con los mismos usuarios una y otra vez.

En este mundo de tanta competitividad, el que puede encontrar errores en el mercado más rápido gana. Como diría Y Combinator, la aceleradora de startups más importante a nivel global: “… Algunas personas llaman a esta filosofía fallar rápido. Eric Ríes lo llamó Lean. Kent Beck y otros programadores lo llamaron Agile. Como sea que lo llames, el punto es descubrir cuáles de tus suposiciones son incorrectas, obteniendo comentario sobre tu producto de usuarios reales lo más rápido posible.

Para poder aterrizar esta aproximación al MVP en concreto, es importante que te contestes 2 preguntas clave constantemente para validar un proceso en el mercado lo antes posible:

  1. ¿Cuál es mi suposición más arriesgada?
  2. ¿Cuál es el experimento más pequeño que puedo hacer para probar esta suposición?

En el ejemplo de la digitalización de las tarjetas, antes de hacer una aplicación para celular, hubiera seguido el proceso de validar suposiciones con esas preguntas. En primer lugar, hubiera validado si efectivamente el no tener tarjetas físicas era una experiencia tan insoportable que tenía que ser cubierta con algo específico. En ese sentido, hubiera probado estado atento cómo se comportaba un equipo comercial de alguna industria como la inmobiliaria, automotriz u otra para ver cómo se desenvolvían al dejar sus datos profesionales: si se sentían cortos de no tener tarjetas, qué alternativa elegían: probablemente “reemplazando” esa necesidad compartiendo su WhatsApp o el LinkedIn personal hubiera sido suficiente.

Sinceramente, no sé si el proyecto hubiera sido exitoso o no, pero decidí salirme porque ya había empezado con el pie izquierdo y eso no me dejaba muy tranquilo. Creo que aprendiendo de los errores, es clave tener hipótesis claras, desarrollar un proceso que pueda validar esa hipótesis y probarlo con usuarios reales. Es la única forma para poder encontrar ese product/market fit que tanto anhelamos como emprendedores.

Recuerda: no busques crear un producto, busca crear un proceso que valide una suposición con usuarios reales. A eso le añado: hazlo rápido y barato.

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