¿Por qué fracasé con mi startup?

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La primera startup que creamos fue Kambista. Con mucho esfuerzo, trabajo en equipo y un buen timing, al día de hoy, somos la plataforma digital de cambio de divisas líder en el Perú, mantenemos una empresa que es rentable para todos los inversionistas, somos casi 40 personas comprometidas en el equipo y más de 20,000 usuarios al mes confían en nosotros.

Es verdad que nos gusta hablar del éxito, pero hoy les hablaré de un gran fracaso. Es tiempo de ser 100% transparente con lo que pasó con PagaDespués, mi segundo emprendimiento.

Photo by Kind and Curious on Unsplash

En mi camino emprendiendo en Kambista, descubrí el potencial de la industria Fintech en Latinoamérica y también me apasionó crear un producto desde cero enfocado en B2C. La ambición por construir algo grande que impacte en la vida de muchísimas personas me llevó a “buscar” un modelo de negocio basado en tecnología y en la industria financiera que haya funcionado en algún lugar del mundo y que pueda ser replicable en el Perú

Gracias a enseñar unos cursos en una startup española llamada ThePowerMBA, en donde el ticket promedio es relativamente alto (aproximadamente $600), los fundadores me comentaron que en España le daban la posibilidad a sus clientes de pagarlo en cuotas con un interés muy bajo a través de una Fintech. Me pareció interesante el hecho de solucionar una fricción en el momento de compra de una tienda virtual y darle el poder o la libertad a los usuarios de tener lo que deseen sin que el dinero sea un problema. De esa manera, ganaban los E-commerces porque mejoraba su porcentaje de conversión y ganaba también el cliente, ya que no solo recibía el poder de comprar hoy, sino que creaba una historia crediticia para mayores responsabilidades en un futuro.

Decidí contarle la idea a mi socio de Kambista y mejor amigo, Paulo. Rápidamente, ambos nos entusiasmamos y creíamos que era una idea “unicornio” (Empresa que vale más de 1 billón de dólares, ja, ja, ja ilusos) Hicimos un research del mercado internacional y nos encontramos a jugadores que estaban dando la hora con ese modelo de negocio como Klarna y AfterPay.

Como bien dicen, cuando una persona invierte en una startup, más que estar confiando en la idea de negocio, está confiando en el equipo que es capaz de realizarla. En ese sentido, debido a la reputación que nos habíamos creado con el desarrollo de Kambista, levantamos 2 rondas de inversión que nos permitió contratar a 5 personas en el equipo y armar un MVP para lanzarlo al mercado rápidamente.

A veces, una nueva idea no lo es todo y, a pesar de tener un gran equipo como el que tuvimos, grandes inversionistas y un buen comienzo a nivel de adquisición de comercios, esta empezó a decaer. Muchas cosas contribuyeron a la eventual caída de esta startup.

Yo lo resumo en 5 grandes aprendizajes:

Photo by Jamie Street on Unsplash
  1. Mi ambición fue más que mi propósitoHe aprendido que es clave construir algo en lo que crees y ames, no para tu ego ni por el hecho de crear algo grande. Es más, el problema que queríamos solucionar ni siquiera era mío, lo cual hacía que sea más difícil enamorarme del proceso.
  2. Una segunda razón, y que está muy relacionada con la primera, es que no teníamos clara nuestra misión desde el principioSi no empiezas con una razón de ser clara y fácil de transmitir, ni el empuje de tu equipo ni el enganche con los clientes va a ser tan efectivo. Recuerden que, como lo mencionaba en mi artículo, “toda idea de negocio exitosa parte de un propósito”,

Los clientes compran un porqué, no un qué. Toda compra es emocional.

  1. Contratamos muy rápido. Para construir una cultura sólida es clave que los fundadores vivan todo el journey. Nosotros levantamos capital y empezamos a contratar demasiado rápido, especialmente antes del Product Market Fit y eso fue un error fatal. Si no vives a toda cabalidad la experiencia como fundador(a) de construir una empresa desde cero, va a ser muy difícil tener una cultura consistente.
  2. Priorizamos crecimiento sobre producto. Queríamos alcanzar sí o sí un número de colocaciones específico. Queríamos llegar a 1000 colocaciones al mes para poder levantar una 3.ª ronda de capital de alguna entidad financiera que confíe en el proyecto y nos dé los recursos para prestar de manera masiva. Sin embargo, por ese afán de crecimiento impuesto por un paradigma startupero alienado, nos olvidamos de interactuar con los primeros usuarios, preguntarles por su proceso, ser obsesivos por recibir feedback constante y adaptar el producto a lo que realmente necesitaban.
  3. No definimos nuestro nicho desde un principio. No estaba claro si nos enfocábamos en clientes no bancarizados, en personas jóvenes o mayores, en fin, no teníamos claro quién era nuestro cliente. Eso hizo que, al no hacer la distinción, tratamos de ser todo para todos y como ya dice el dicho: “El que mucho abarca, poco aprieta”. Por el contrario, por ejemplo, en Kambista decidimos atender a quien veíamos que eran nuestros early adopters. Eran ejecutivos bancarizados que tenían deudas recurrentes en dólares y estaban cansados de las altas tasas bancarias y eran los que cambiaban en la calle con una sensación de miedo e inseguridad gigantesca. Cuanto más conozcas a la persona a la que te diriges, más enfocado estará tu producto y mayores barreras de entrada crearás a potenciales competidores.

Después de PagaDespués, me di cuenta lo que realmente me encanta: las personas, las ideas novedosas, solucionar problemas de mi día a día y enseñar; todo esto me ha llevado a enfocarme en un nicho donde sé que quiero construir: los emprendedores que recién empiezan.

La pandemia terminó acrecentando todos estos malos pasos que ya habíamos dado. En situación económica difícil, la morosidad puede aumentar y, por ende, el riesgo. Y ese riesgo ya no era tan atractivo para los inversionistas involucrados. Como no teníamos el recurso imprescindible (el dinero) tuvimos que poner freno de mano.

Les debo confesar que duele mucho cerrar una empresa, porque no solo yo fui el afectado, sino también mis amigos cofundadores, inversionistas, comercios con los que habíamos trabajado, etc. No obstante, creo que mis fracasos no me definen y, lo que realmente importa, es aceptarlos y aprender de ellos. Soy muy consciente que después de este gran fracaso soy una mejor persona y con mayor experiencia de por dónde ir en este camino tan fascinante que es emprender.

Siéntete orgulloso de tus fracasos y llévalos como grandes trofeos. Te invito a compartir en los comentarios lo que has aprendido de tus propios fracasos, me encantaría leerlos.

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